Hoy es mi último día en Hebrón y me despido de la casa donde nos hospedamos con un «tour». Es una comunidad de vecinos y la parte más interesante es la azotea. Aquí se guardan los bidones que se usan para suministrar de agua a todos los vecinos.
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Hebrón X. Mini-kristallnachtt
D. se va por unos días. Se va a ver a R., a la cárcel que Israel tiene justo al lado de la frontera con Egipto, en la punta sur del país, al otro lado del desierto. R. va a ser deportado por quedarse en el país mientras esperaba a su cita para renovar su visa y ayudar a las niñas de este barrio, como hacemos ahora nosotros. Yo me iré antes de que D. vuelva de visitar a R. así que intercambiamos direcciones y nos despedimos.
Hebrón IX. WIG
Hoy es sábado y hay una «visita» de las «mujeres de verde» (WIG, por «women in green») programada para hoy. No sucede todos los sábados pero vienen con bastante regularidad. La gente que ha estado en Hebrón durante meses se han familiarizado con sus acciones.
Hebrón VIII. El burro
Hoy D. y yo patrullamos la calle de abajo juntos, entre las escaleras y el control-ataúd. Desde aquí vemos a un hombre que viene en burro a la parte controlada por Israel desde la parte viva de Hebrón. Ya le he visto antes, pero me sorprende verle pasar por el control-ataúd otra vez, porque encuentro su tratamiento verdaderamente humillante. Me dice D. que hace este recorrido todos los días, y que todos los días le hacen pasar por el mismo proceso.
Hebron VII. La mujer
Hoy estoy en la parte de arriba del barrio. Una mujer mayor de uno de los asentamientos ilegales viene subiendo la cuesta chillando a todo el que se encuentra por el camino.
Me dicen que tenga cuidado con ella, aunque no suele ser violenta físicamente.
Hebrón VI. Todos son terroristas
Normalmente estoy en la calle de abajo, pero a veces estoy en la parte de arriba haciendo guardia, donde los niños se lo pasan bomba jugando al balón o pidiendo que les saquemos fotos. Como les saques una foto estás perdido, porque no te van a dejar en paz hasta que les hayas sacado dos a cada uno, y luego otras tantas en grupo.
Hebrón V. Apartheid
Está más bien silenciosa, la calle donde estoy «de guardia». La calle normalmente está desierta, aparte de los soldados en el control-ataúd y en la posición y algún que otro palestino. Las tiendas están todas cerradas. Sus puertas son todas verdes pero podridas de no usarse ni pintarse ni cuidarse, y casi todas ellas tienen estrellas de David pintadas, como los nazis ponían esvásticas en las tiendas de los judíos. Ahora son las tiendas palestinas las que tienen un signo judío en sus puertas.
Hebrón IV. Mentiras
Mi sitio favorito desde el que patrullar es el sitio donde me encontré a D. cuando llegué. El sitio es bueno porque desde aquí vemos, al mismo tiempo, el control militar en forma de ataúd a la derecha, y el asentamiento ilegal israelí, o por lo menos a los colonos que saldrían de él para acosar violentamente palestinos, a la izquierda.
Hebrón III. Tráfico de drogas
Todos los días antes de desayunar hacemos la «ronda matutina». Bajamos a la calle y, junto a otros «observadores de derechos humanos internacionales», nos apostamos a los lados de las calles por las que pasan palestinos y que quedan más cerca de los asentamientos israelíes ilegales. Cuando los niños ya están en la escuela subimos al piso y desayunamos. Después del desayuno bajamos otra vez y hacemos el turno largo, hasta que termina la escuela.
Hoy dejo esta calle cuando los niños salen de la escuela y voy cuesta arriba, más cerca del otro asentamiento ilegal israelí. Aproximadamente a mitad de camino entre los dos asentamientos que rodean este barrio palestino, hay dos «puestos» para soldados, uno a cada lado de la calle. En uno de estos puestos dos soldados tienen retenido a un chico, sin más, le piden su tarjeta de identidad y les veo como jugando con ella.
Hebrón II. Sábado
Hebrón, especialmente el barrio en el que estamos, entre dos asentamientos ilegales israelíes, es brutalmente deprimente. Es una de esas experiencias en que piensas que vas a perder el equilibrio mental. Estamos en un barrio palestino, entre dos asentamientos llenos de colonos israelíes bastante fanáticos y temerosos. Son tan temerosos que salen a la calle con metralletas, y apedrean a los palestinos como cosa rutinaria.