Ya de noche llegamos a la casa de un terrateniente que parece que ha pedido ayuda internacional, al que se le conoce por «Abu A», «Padre de A». Es frecuente que la gente cambie de nombre cuando tiene un hijo (varón), para llamarse ‘padre de’ y luego el nombre del primer hijo. A. nos recibe con una cena suntuosa que todos necesitábamos, y le preguntamos cuál es la situación aquí.
Machismo en Palestina
Volvemos a nuestro piso y comemos. Como parece que no hay más familias que requieren acompañamiento internacional, me planteo marcharme, pero no es recomendable que viaje una mujer sola. Sin embargo estos chicos pasan de nosotras, es decir tenemos que acomodar nuestros planes a los suyos.
De Nablus a Jayyous
Dice M. que hay un respeto grandísimo en estos países por los ‘internacionales’, que, como dice M., dejamos «las comodidades de vuestras casas, vuestros estudios, vuestros trabajos, vuestras familias, para venir aquí a sufrir con nosotros».
Mártires
Hoy tampoco hay recogida de aceituna. A media mañana nos llama el
coordinador del lugar, Y., contándonos que hay un nuevo mártir, un hombre
al que han matado esta noche y han destruido su casa. Cogemos todos
nuestras cámaras para documentar el resultado de la destrucción y nos
dirigimos a la casa.
De mayor quiero ser mártir
Hoy no hay recogida de aceituna así que nos tomamos el día libre.
Decidimos hacer compras en la calle principal para apoyar a la economía
local. A la puerta nos esperan siempre niños, que nos gritan «what’s your
name!» todo el tiempo. Casi todas las caras cambian, pero hay un niño que
viene todos los días a darnos los buenos días a su manera. Hoy los niños
no están – salimos de casa a media mañana y es de suponer que todos están
en la escuela. Pero el niño que está todos los días, también está hoy,
esta vez con una mochila al hombro.
Colono amigable con metralleta
Hoy vamos a un sitio al que es más difícil de llegar que otros días.
Además nos hemos quedado en este pueblo solo cuatro internacionales porque
hoy había una manifestación importante en otra ciudad y se han ido casi
todos allí. De estos cuatro, dos terminan su viaje por Palestina y se van
a casa, y los otros dos necesitamos un descanso y pensamos volvernos a
Jerusalén, porque en este piso, por las condiciones del suministro de
agua, se nos pide que no nos duchemos. Así que llevamos unos cuantos días
con la tierra pegada a la ropa y la ropa pegada a la piel; todos los días
ha hecho un calor de espanto y parece una buena idea volver a Jerusalén a
tomarse una buena ducha, descansar y beber.
Recogida de aceituna III. Cinco años después
Hoy vamos a otro sitio a recoger aceitunas. Se nos unen en el taxi unos periodistas. Dos de ellos resulta que son médicos, y uno de estos últimos habla árabe. Al llegar a una aldea se sube un palestino al taxi y le da instrucciones al taxista. El taxi arranca, da una vuelta a la aldea, y luego para y nos pide que nos bajemos.
Recogida de aceituna II. Oasis de paz
Hoy volvemos al mismo sitio de ayer. Esta familia vive del producto de sus
árboles solamente, no tienen otra fuente de ingresos. Les preguntamos por
el precio del aceite. El año pasado el precio pagado al campesino fue de
10 NIS (Nuevo Shekel Israelí) el kilo, unos 2.2 o 2.22 dólares
estadounidenses. Imagino que, como todos los productores de materias
primas, especialmente alimenticias, están a merced de lo que fluctúen los
mercados internacionales.
Recogida de aceituna I
Hoy nos vamos a ayudar con la recogida de la aceituna. La familia a la que
vamos a ayudar tenía permiso para recoger ayer pero no hoy, así que vamos
por si aparecen los soldados o los colonos; quizás se pueda razonar con
ellos. Lo alucinante de la situación es que estamos hablando de sus
propias tierras.
Nablus
Nos levantamos pronto y, después de hacer el macuto rápidamente, vamos a una ciudad donde se necesita ayuda para recoger aceitunas. Hacer el macuto a prisa es muy, muy mala idea. Se olvidan cosas importantes.