He visto en la tele un programa sobre la comida que compramos en los supermercados ingleses – supongo que en Escocia y Gales funcionarán los mismos supermercados pero el programa parecía centrado en Inglaterra, con una salida a Europa que al final se ha limitado a Madrid.

Daba la presentadora alguna fruta a probar a la gente que compraba en un mercado que a mí se me parecía bastante a los mercados de la Ribera, o del Ensanche, en Bilbao. Tomates, fresas… todos y todas decían que eso no sabía a nada – sin saber que era fruta inglesa. Se maravillaba la presentadora de que los españoles aún compremos en el mercado más que en el super, sobre todo la fruta y la verdura. Y que el consumidor español sabe cual es la fruta del tiempo y no la compra fuera de temporada.

Al parecer al público inglés se le ha preguntado cómo quiere la comida y, como ha contestado que sin tierra ni gusanos, los supermercados no compran al agricultor (aquí se le llama “farmer”, granjero) más que fruta y verdura que no tiene ni una mota ni ninguna imperfección. Y, como los agricultores no pueden elegir vender a otro distribuidor porque literalmente son 4 con las mismas exigencias, la fruta que no cumple los estandares hay que tirarla. El resultado es el uso intensivo de pesticidas, con la inevitable pérdida de vitaminas y calidad, y el escandalo de comida tirada a la basura o al compost.

Dan ganas, muchas ganas de comprar solo comida orgánica. Pero este estado de cosas hace que cultivar decentemente sea cada vez más caro y por tanto lo que nos llega es, además de caro, escaso. En todo Londres solo conozco cuatro tiendas de comida biológica que vendan fruta y verdura fresca. La primera que conocí estaba en Upper Street, más cerca de Highbury & Islington que de Angel, y creo que ya la quitaron; en cualquier caso en los últimos años ya no vendía fruta fresca. Hay una en Crouch End; a esta se puede ir incluso de turismo, tiene un aire impagable a tienda del siglo XIX, tiene dos pisos y una pared cubierta con una estantería que llega hasta el techo, con una hierba en cada compartimento, cada una con su etiqueta de lo que es y de la enfermedad que ayuda a combatir. Hay otra en Camden, un poco apartada del mercado, que ha ganado algún premio pero que ha perdido su esencia. Hay otra en Stoke Newington que es deliciosa, aunque la verdad es que a ese barrio le tengo un cariño especial, quizá porque está muy ligado a mi historia en Londres, y/o porque gente muy querida ha vivido allí. Y luego está la de Brixton, literalmente bajo la vía del tren.

Maldita pena que sean tan caras. Alternativamente están los mercados. Por ser el primero que conocí mi predilecto es Chapel Market en Angel, seguido del de Dalston Kingsland. Gente de todos los colores, sobre todo mujeres, con vestimentas de todos los colores; también me han hablado bien del que está entre Elephant & Castle y Camberwell; en general los mercados son como los pubs ingleses: cuanto más a las afueras, mejor.

Por cierto, de dónde viene el nombre “Elephant & Castle”? Era lo más parecido que los ingleses podían pronunciar cuando intentaban referirse a quien vivía en esta parte próxima a la Ciudad de Londres: El Infante de Castilla. Puede que sea solo una historia graciosa pero yo elijo creérmela 🙂