Mi primer día en The Guardian. Algo así como el día introductorio.
Un chico alto que parece que será mi supervisor pasa demasiado tiempo explicando cómo se clasifican, etiquetan y formatean los artículos, listos para subirlos al sitio web. También tengo que leerlos y descubrir errores que puedan haberse colado por las varias capas de sub-edición. Estos son artículos que ya se han enviado a las imprentas; cualquier corrección sólo aparecerá en la versión online.
Firmamos un contrato, que es estrictamente válido para diez meses. Después de esos diez meses tendré que tener algún tipo de descanso de cuatro meses en los que tendré que trabajar en otra parte. Es lo que se denomina «trabajo ocasional». No soy un miembro del personal; soy una de l@s eventuales como todos los uploaders. Autónoma. Y aún así recibiré una nómina al final de cada mes con mis impuestos descontados de mi salario, retenido por The Guardian hasta que paguen «al recaudador de impuestos», como un empleado “PAYE” (Paga Según Ganas). Esto es exactamente lo que el Sindicato Nacional de Periodistas (NUJ) lleva tiempo advirtiendo, pero es tomarlo o dejarlo, así que solo puedo contar al sindicato algo que ya sabe, y soy un número más de los centenares en las estadísticas que tienen las desventajas de un trabajador por cuenta ajena y también las desventajas de los autónomos.
Se le podría llamar un contrato de cero horas. No tienen ninguna obligación de darme trabajo. Tengo que llamar regularmente, en el día señalado por The Guardian, para tratar de que me den turnos, como convenga al Departamento de carga a web.
Esta vez podemos hacerlo cara a cara, ya que estoy aquí. Pero por supuesto para hoy todos los demás eventuales ya se han cogido casi todos los turnos disponibles, por lo que sólo puedo coger los turnos que los otros eventuales no han querido este mes. Así que desde el mes que viene tendré que llamar el primer día del mes, desde las nueve de la mañana y solo desde las 9 y elegir los turnos que quiero hacer.
Añade mi dirección de correo electrónico a una lista con otras direcciones y explica que durante los meses, como puede que los eventuales necesiten cancelar sus turnos, yo puedo tomar esos turnos cancelados. Si me pasa a mí, tengo que asegurarme de que alguien se encargará de hacerlo, y luego notificarlo. En cualquier caso, al final de cada turno firmaré un papel que será contra-firmado, para demostrar que he trabajado ese turno, para asegurarse de que me pagarán la cantidad correcta de turnos. Así que, dice, aunque parezca que tengo muy poco trabajo, si miro mi cuenta de correo de cerca (con frecuencia) y cojo los turnos que otra gente no puede hacer, puedo acabar de trabajando unos cuantos días a la semana hasta un máximo de cinco. Pero, si nadie toma mi turno, mala suerte. Tendré que hacerlo de todos modos. Pero mayormente, los turnos ofrecidos suelen terminar cogidos por alguien.
Me explica también que nos pagan con un mes de atraso. O son dos. Lo que trabaje desde ahora hasta el final de enero, se contabiliza y procesa durante febrero y recibiré mi paga, menos impuestos, al final de febrero. Luego, lo que trabaje durante febrero lo cobraré al final de marzo. Miro el calendario y me doy cuenta de que voy a tener que vivir y trabajar sin ninguna paga en absoluto durante mes y medio. Hago en silencio una nota mental para negociar no pagar el alquiler para el resto de enero y todo febrero, cuando me llegue el sueldo de medio mes.