Al principio de mi estancia en Londres, usaba yo sobre todo el bus 73. No se permitían bicis donde estaba viviendo, y no andaba de dinero lo suficientemente holgada para coger el metro, así que ir andando o en bus eran las alternativas disponibles.
Siempre usaba la misma línea, las mismas calles para cosas como la oficina del paro y el mercado – y más tarde los diferentes trabajos. Siempre las mismas calles, siempre el mismo bus.
Y entonces, un día, tuve la suficiente energía para ir y explorar lo que habría tras edificios y casas que no conocía, más allá de las calles no visitadas. Anduve un rato y me sorprendí al encontrar una parada de autobús con líneas que no había visto antes. Una de ellas era el 38.
Por supuesto utilizaba más autobuses que estos, pero el 73 y el 38 eran las que mejor me llevaban al centro de Londres – las dos terminan en la estación de Victoria, de hecho – y, especialmente, las dos tenían la abertura al final del bus en lugar de puerta, que es tan característico de los autobuses de Londres. Los londinenses dicen que no hay ninguna otra ciudad del mundo que tenga autobuses como éstos.
El hecho es que a la gente le gusta este tipo de autobuses, es decir: no son autobuses sólo para turistas. La mayoría de la gente los coge/cogía en Angel, que probablemente era la estación de metro más cercana a sus casas, y luego toman uno de estos buses (u otros) para continuar su viaje hacia Hackney.
Recuerdo que los fines de semana era imposible coger cualquiera de ellos por la noche. La gente que sabia esto los cogía en el centro para asegurarse un sitio, así que el bus llegaba a Angel ya lleno. Lleno significaba con todos los asientos ocupados y cinco (y solo cinco, estrictamente, siempre cinco como máximo) de pie en el piso de abajo.
Me he mudado de casa muchas veces desde entonces. He tenido oportunidad de usar este tipo de bus casi desde cada casa hacia el centro. Pero ahora todo esto esta cambiando.
La línea 73 se ha cambiado a los autobuses largos que se doblan hace poco. Siempre me ha gustado más el 73 que el 38, por varias razones: Picadilly y Shaftesbury Avenue son más rápidas (en cuanto a tráfico) que Oxford Street; Rosebery Avenue es siempre más bonita y normalmente más rápida que Kings Cross y Pentonville Road, y no hay “guardias tumbados” en toda la línea 38 – aunque algunas veces era aconsejable cogerse el 73, o N73 (el bus de noche – que en Londres hay buses las 24 horas del día) para asegurarse de que te despertabas antes de que fuera demasiado tarde. Así que siempre podía elegir coger el 38 para ir a Hackney, para evitar el 73 cuando va atestado y sofocante. Porque estos nuevos autobuses largos que se doblan están diseñados para llevar a la gente de pie, así que se puede meter más gente en la misma cantidad de metros cuadrados. Con esta teoría, se supone que en los nuevos buses cabe más gente. Pero el hecho de que solo tienen un piso deja este argumento un poco débil. En cualquier caso, el resultado es que el viaje es mucho más incómodo y que para entrar en el bus se depende más de la buena voluntad de la gente que está más que de la cantidad.
Lo preocupante (para mí) es que la única voz que he oído a favor de estos cambios es la del “alcalde” (lo pongo entre comillas porque no creo que tiene concejales; la alcaldía es un cargo un poco extraño en Londres). No he oído decir a nadie que le guste estos cambios, todo lo que oigo y leo es que a la gente le gustan los viejos buses. Incluyéndome a mí también, incluso cuando no los uso. Los encuentro mucho más peligrosos para los ciclistas que los de antes, y no solo porque se tarda más en adelantarlos. También es mucho más peligroso adelantarlos por dentro (por la izquierda) cuando están parados en un semáforo, y es más probable que te arrastre si decide doblar a la izquierda. No me gustan, ni como usuaria (ahora se nos llama clientes, desde que el servicio de transporte a motor se privatizó ahora son compañías privadas las que lo operan), ni en bici, ni a pie – ocupan los pasos de cebra y de semáforo mucho más que los cortos, de dos pisos.
Todo esto, para tratar de ilustrar lo que me entristeció ayer cuando el “conductor” (que no es conductor si no el cobrador de billetes dentro de estos antiguos autobuses) del 38 nos dijo ayer que sería el último día del bus de dos pisos. Debía de ser verdad, porque vi gente en Angel tomando fotos del bus, y luego en Victoria fue surrealista: una masa de fotógraf@s (o puede que solo turistas, o simplemente gente como yo, solo que con cámaras grandes y caras) tomaban fotos del autobús mientras llegaba a su parcela en la “Victoria Bus Terminal”. Había un 73 parado justo al lado. Miré a este 73, esperando a su hora de salida, todo lo largo que era, bajito e impersonal – luego miré al 38 y a la gente que aplaudía y le tomaba fotos.
Desde mañana, Londres habrá perdido una buena parte de su encanto, lo que más echaba de menos cuando me iba de Londres. C. diría que es solo un puñetero bus.