Dice M. que hay un respeto grandísimo en estos países por los ‘internacionales’, que, como dice M., dejamos «las comodidades de vuestras casas, vuestros estudios, vuestros trabajos, vuestras familias, para venir aquí a sufrir con nosotros».
Dice también que siente mucho respeto por todos los mártires, pero que siente un respeto muy muy especial por Rachel y Tom, y mira para otro lado para que no le vea las lagrimas a punto de salirsele de los ojos.
A media mañana nos llama el coordinador del lugar, Y., contándonos que hay un nuevo mártir, un hombre al que han matado esta noche y han destruido su casa. Cogemos todos nuestras cámaras para documentar el resultado de la destrucción y nos dirigimos a la casa.
Aún se puede notar el olor a quemado. Hay agujeros ocasionados por balas por todas partes, una tele rota de un balazo, trozos de cristales por todas partes, lámparas destrozadas, ventanas que ya no son ventanas sino meros agujeros en la pared… y boquetes enteros en las paredes del tamaño de un puño, de una cabeza. Y. nos explica lo que sabe y luego cede la palabra al hombre de la casa, que también habla bastante bien inglés. Las imágenes de todo esto estarán en la red en unas semanas… Se nos informa de que el hombre al que han matado de hecho no vivía en esta casa, estaba sólo de visita cuando apareció el ejército, haciéndoles pensar que le habían seguido. Aunque el estado de caos hace pensar que los soldados estuvieron dentro de los pisos destruyéndolo todo, se nos dice que no: si hubieran estado, la tele, por ejemplo, no tendría sólo un balazo; estaría completamente destrozada, y lo mismo todos los muebles. Toda la destrucción que vemos aquí ha sido causa de las balas. Así que el hombre trató de escapar de un piso a otro esquivando las balas, y finalmente salió al jardín. Una vez allí, le mataron y luego le pasaron por encima una máquina excavadora que también destruyó un muro del jardín.
Los soldados entonces ordenaron a todos los vecinos que salieron de sus casas. Por supuesto los vecinos obedecieron, y los soldados, para asegurarse de que no quedaba nadie en los pisos, abrieron fuego contra las paredes. Probablemente fue en este momento cuando produjeron todo este caos. Luego ordenaron a todos que se quitaran la ropa. Un vecino nos cuenta que les dejaron en la calle, con el frío que hacía, sin absolutamente nada de ropa, durante cuatro horas. Este vecino se queja que este hombre, cualquiera que fuera su culpa, no tenía nada que ver con ellos, estaba visitando a otra familia y simplemente por el hecho de ser vecinos de la familia visitada, se les castigó a ellos también. Nos pregunta, «quiénes son las víctimas?», en referencia al discurso oficial israelí según el cual son los judíos las víctimas de los ataques árabes.
Así que de acuerdo con lo que nos contaron los vecinos, este hombre estaba en la casa de visita, todos y todas estaban el mundo estaba desarmad@s excepto los soldados israelíes y además de acosarlo, derribar el muro, y matarlo y luego pasar una excavadora apisonando su cuerpo, dispararon a todas las casas que pudieron, desde la calle, causando todo este destrozo que se ve aquí.
Cuando los hombres terminan sus explicaciones, me concentro en los ojos de
las mujeres y los niños que nos han ido siguiendo por las habitaciones, en
silencio. Luego me pierdo por las habitaciones, siguiendo haciendo fotos.
Una señora mayor está sentada en una cama, tapándose la cara con las
manos. Solloza. La dejo sola en su desesperación y me reúno con mis
compañeros.
Volvemos a nuestro piso y comemos. Como parece que no hay más familias que
requieren acompañamiento internacional, nos se nos plantea ir a otro sitio
donde hacen falta internacionales desde hace un tiempo.
Nos ponemos de viaje y cogemos un autobús que hay que dejar en el control
militar, que hay que pasarlo andando porque no se permiten coches (por eso
hay que cambiar de vehículo) y al final de él hay unas puertas giratorias
por donde es difícil pasar cierto tamaño de equipaje. Como tenemos
suficiente pinta de turistas extranjeros no nos hacen preguntas y nos
dejan pasar, mientras unos cuatrocientos palestinos llevan haciendo varias
horas de cola. Al final de esta, un soldado abre la mochila de un
palestino y le saca todas las cosas.
Una vez en el otro lado, cogemos un taxi y esperamos a que se llene.
En la siguiente ciudad nos montamos en un autobús de línea que tiene la
hora de salida en media hora después de encontrarlo. En el autobús se nos
une J, que nos cuenta que hace unas pocas noches el ejército israelí entró
en el pueblo donde pasé mi primera noche, precisamente para impedir con mi
presencia y la de otros un poco de la violencia que suele acompañar a
estas incursiones si no hay extranjeros presentes. Para ellos esta vez ha
sido simplemente otra redada nocturna para hacer detenciones. El objetivo
es arrestar niños palestinos que habían tomado parte en manifestaciones no
violentas. Es curioso, el muro ha sido declarado ilegal por la comunidad
internacional la misma comunidad internacional que creó el estado
israelí en primer lugar. Se hacen manifestaciones pacificas contra este
muro y son declaradas ilegales por el estado israelí, que se burla así de
la comunidad que lo creó y que lo ampara. Como se hacen de todas formas,
el ejército fuerza o tira abajo puertas de las casas de la gente,
impunemente. Y ahora me entero de que, para que la gente no pueda pedir
compensaciones económicas por estos destrozos, se pasan a denominarlos
«acciones de guerra».
Dice J que la presencia de unos veinte activistas, entre israelíes e
internacionales, en el pueblo, parece que hizo pensárselo dos veces a los
soldados. Sin embargo dieciséis chicos del pueblo fueron puestos bajo
custodia de las autoridades israelíes. Algunos palestinos salieron de sus
casas para resistir las detenciones y la invasión. Después de una hora, el
ejército se fue.
Parece que hay una campaña continua y no violenta, que dura ya diez meses,
contra la «annexation barrier», que se podría traducir como «barrera de
anexión», aunque esta «barrera» consta de una valla (las he visto de tres)
de tres a seis metros de altura, con alambre de pinchos en la parte de
arriba, y también en el suelo, entre dos vallas, enrollada. La primera
valla suele estar o bien electrificada o, preferiblemente,
electrónicamente dotada con sensores que avisan a la torre de control más
cercana de un contacto. La función del de la torre de control cuando se
produce un contacto con esta valla es disparar a matar. En teoría estas
barreras o vallas cumplen la función de dotar de seguridad a los
asentamientos judíos contra los terroristas palestinos (recordemos que
para las autoridades israelíes todo palestino es un potencial terrorista).
En realidad ya no creo que siquiera el gobierno israelí se molesta en
ocultar que los asentamientos tienen como función primordial anexar más y
más tierras al dominio israelí.
Dice J que la campaña contra esta barrera en particular tiene el apoyo de
cientos de activistas israelíes e internacionales y se ha encontrado con
una feroz violencia por parte del ejército israelí. También dice J que
Israel ha diseñado el trazado de esta barrera para anexionar el sesenta
por ciento de la tierra de cultivo de la villa, y expandir el asentamiento
local todos los asentamientos judíos en el territorio palestino han sido
declarados ilegales por al menos una institución internacional: las
Naciones Unidas han declarado a Palestina una ocupación, y la Convención
de Ginebra prohíbe el establecimiento de asentamientos de población civil
en territorios ocupados por parte de la fuerza de ocupación.