Otro día que me pierdo la clase de Ben*. Y el hecho de que sean absolutamente inútiles y a las 9 de la mañana no es ningún aliciente para acudir en el futuro en absoluto. Vale, que sean a las 9 de la mañana no suena para nada a madrugón. Pero si tenemos en cuenta que me lleva dos horas el viajecito en tres buses, nos situamos con el despertador a las 6 y media. Por alguna misteriosa razón, en las últimas dos semanas mi cuerpo se las ha arreglado para apagar el despertador sin que ni el movimiento ni el despertador me despierten.
Maravillas de la naturaleza.
De todas formas no falto al
seminario de las 3 de la tarde, así que no es que el Ben* en cuestión
no me vea el pelo. Es curioso el cambio de poder que se ha producido
con este hombre. Resulta que este señor es periodista hasta la médula.
El año pasado se pasó los seminarios preguntándome sobre mi
procedencia, las costumbres y usos de mi pueblo, etc. Vamos, que en vez
de dar un trabajo a cambio de su salario, el tío recibía información
gratis de sus alumnos… sobre todo de sus alumnas.
Todo iba
bien hasta que un día me sugirió, bueno, me pidió, que me infiltrara en
“mi grupo terrorista local”, porque sería “una historia genial”. No le
bastaron mis varias negativas con sus correspondientes razones y para
que me dejara en paz tuve que saltarle con algo que él como periodista
debería saber hace los años que llevo yo viviendo: que ninguna historia
vale tu vida.
Este año parecía que quería seguir como el pasado.
Discutíamos una idea para un artículo, que iba a ser sobre cambio
climático y el papel que juega en él el combustible que usan los
aviones, que por cierto es libre de impuestos (al contrario del que se
usa en los coches, que lleva un 90% por tal concepto). Pobre – me
preguntó si pensaba que la gente no debería ir de vacaciones en avión.
Le contesté que lo que pensaba era que ya era hora que me dijera si la
idea era buena para un artículo o no. Desde ese día me da la impresión
como que se desvive por ayudarme.
Quizá también haya influido
el hecho de que voy a escribir el artículo que él quiere que escriba, y
no el que yo propuse como alternativa al del cambio climático. En la
linea de un periodismo de “infotainment”, por supuesto que es mucho más
sexy hablar de okupacion, con su clandestinidad, sus enfrentamientos
con la poli y autoridades en general… que de la especulación, de la
concentración de la propiedad inmobiliaria en poquísimas manos y del
negocio que es hoy la vivienda precaria (ver la entrada de febrero).
En
fin, si no fui al London College of Printing fue para evitar jamadas de
tarro como la de Ben*. Menos mal que al menos en parte me deja escribir
sobre lo que me da la gana. Y está lleno de buenas intenciones.
* el nombre ha sido cambiado.