De la lista de g8southeast. Top Cat ha mandado un texto que por lo que cuenta está escrito en 2003, junto con añadidos suyos; esto es un compendio de ambos junto con mi comentario.
En los últimos años – esencialmente desde la cumbre del G8 en Birmingham en 1998 – ha crecido un movimiento que lo han llamado – y se ha llamado a sí mismo– anti-capitalista. La única vez que recuerdo que se le haya llamado anticapitalista fue en la manifa, también coincidiendo con una cumbre del G8, de la City de Londres. Yo diría que se le ha llamado anti globalización a pesar de persistentes correcciones. Pero al movimiento le da bastante igual como se le llame, no creo que gaste energías en eso. También depende lo que consideremos los comienzos de este movimiento, o incluso en qué consideremos que consiste este ‘movimiento’.
Después de 10 años del derrumbamiento del Bloque del Este y del triunfalismo capitalista que vino con él, la auto-descripción de este nuevo movimiento como anti-capitalista parecía un gran avance y una prueba de que la sociedad capitalista no era ya tan indiscutible: de pronto había millones de personas diciendo que la sociedad capitalista era un desastre y que debía ser desmantelada.
Esto inspiró y animó a gente de todo el mundo. La esperanza y la [sensación de] posibilidad son siempre contagiosas. Y especialmente ganar es contagioso – después de la percibida victoria de Seattle en 1999 el movimiento despegó.
Pero también hubo confusión con este emocionante nuevo movimiento.
La inspiradora naturaleza de estas nuevas movilizaciones ha atraído a gente de todas las clases con muchas y diferentes ideas – y también diferentes ideas de qué es el ‘anti-capitalismo’. Lo que pensemos que es el capitalismo determina lo que pensemos que significa ser anti-capitalista y qué alternativas a la sociedad capitalista intentemos crear.
Las manifestaciones frente a las cumbres han sido la cara pública más visible del anti-capitalismo. Una cuestión clave sobre la que necesitamos pensar es la tendencia a identificar a estas grandes instituciones transnacionales como el Banco Mundial, el FMI y el G8, y, por extensión, las corporaciones y otras instituciones multinacionales como constituyentes del capitalismo. Pero el capitalismo no es sólo George Bush y McDonalds.
El capitalismo es una forma de sociedad. Y por lo tanto no solo está presente en algunas corporaciones o instituciones transnacionales, sino en el conjunto de la sociedad.
El capitalismo es una relación social entre la gente – se trata de cómo la gente interactúa recíprocamente y de cómo vivimos nuestras vidas. Así que no es que la sociedad esté básicamente bien pero en el poder esté la gente equivocada, o que bastará con librarnos de la OMC para que todo esté bien.
Lo fundamental del capitalismo es que está basado en el intercambio. El capitalismo se trata de que todo se convierte en mercancía, algo que se compra y se vende. Por tanto todo– animales, tierra, ideas – se convierte en mercancía.
Más importante, la gente se convierte en mercancía, como todo lo demás. En una sociedad capitalista, todo el mundo tiene que trabajar para generar beneficios para los que poseen y controlar el capital. Hay que vender la capacidad de trabajo como una mercancía para conseguir el dinero con que comprar las mercancías que se necesitan y que no se pueden conseguir de otra manera – como el alimento, la ropa o la vivienda.
Estas cosas, que se compran, por supuesto todas han sido producidas por otra gente que se ha vendido, haciendo exactamente lo mismo para conseguir las mercancías que necesitan para vivir.
Y así este imperio se extiende por todo el mundo, destruyendo todas las demás formas de sociedad, convirtiendo a todo y a tod*s en mercancías de las que sacar beneficio. Vemos esto claramente cada día cuando se convierten en mercancía más cosas – el agua se está privatizando en el Tercer Mundo, y lo que era parte del bien común repentinamente cuesta dinero; o las nuevas patentes sobre la vida hacen del material genético y las semillas una propiedad privada de alguien. Y podemos ver el proceso de expansión y de poner a nueva gente a trabajar mientras a los pobres se los expulsa de la tierra y se los envía a las ciudades para trabajar en la industria.
El capitalismo como sistema de dominación no consiste solo en la dominación física de nuestros cuerpos, energía, tiempo, tierra, recursos etc, sino que es también un sistema psicológicamente dominante que nos enseña a ir tras el número uno, a ser despiadados, incluso con nuestras familias también.
El capitalismo es la sociedad en la que se nos mete a partir del día en que nacemos, determina el género al que pertenecemos y la manera en que debemos comportarnos, el lugar que nos corresponde en la sociedad, los derechos que tenemos y los que no, las reglas que nos rigen y el hecho de que sobrevivir significa jugar el juego de trabajar, dormir, trabajar, dormir, quizás ganar lo bastante para comer etc. Nos enseñan en al escuela que la única manera de ‘tener éxito’ (es decir tener montones y de dinero y así gozar la vida) debemos aventajar a la competencia. Así que el capitalismo nos fija una trayectoria hacia una guerra de persona contra persona.
Por eso ser anti-capitalista se trata de no aceptar este juego, de ejercer cooperación y compasión. Si no podemos ocuparnos unos de otros y trabajar juntos para nuestros ‘yo’ colectivos y nuestros colectivos ‘otro’ entonces no somos mejores que Sr. Estoy Bien Capitalista. Ser no-jerárquico y existir de una manera en que ninguna persona cree las reglas para otra, significa tomarse el tiempo para considerar los razonamientos, sensaciones, interpretaciones, acciones, etc. de los otros Significa poder ceder y significa perdonar a la gente sus errores, dando una oportunidad al otro de aprender sobre sí mismo y sobre otros y una ocasión para cambiar/crecer desarrollarse, o como se quiera llamarlo, como persona. Todo el mundo comete equivocaciones, se atrapa en su propia mierda personal y emocional y todos necesitamos ser apoyados mutuamente.
Por lo tanto podemos ver que el capitalismo no se trata sólo de la OMC, el FMI o el Banco Mundial – existió durante siglos antes de que estas instituciones aparecieran. Y el capitalismo tampoco se trata solo de Nike, Starbucks, Exxon, Gap y Microsoft.
Cada gran corporación comenzó siendo pequeña y cada pequeña compañía desea ser grande. Tanto si es comercio ‘justo’ como injusto, grandes compañías o pequeñas, el extraño mundo de las finanzas internacionales o el mundo diario de las empresas que hacen productos físicos, podemos ver que todas estas cosas son parte del mismo sistema – todas obedecen las mismas reglas y tienen la misma estructura esencial.
Hombre, esto de meter al comercio ‘justo’ en el mismo sistema me parece un poco mucho. Ponerlo entre comillas y rechazarlo tan rotundamente como agente de cambio me aventuraría a interpretarlo como un síntoma de desconocimiento de la realidad de las comunidades beneficiarias de este comercio justo, y del comercio justo en sí. O quizás el comercio justo que yo conozco sea diferente del comercio justo que este señor conoce.
El comercio justo que yo conozco no obedece las mismas reglas que el comercio injusto y no tiene la misma estructura.
Debería también quedar claro con todo esto que no podemos seguir el camino de la vieja izquierda – los socialistas, comunistas y marxistas que propusieron varias formas modificadas y alteradas de capitalismo y se pasaron todo el siglo veinte en un callejón sin salida.
El estado no es ninguna alternativa al capitalismo. Los que todavía se apegan a las ideas de la izquierda querrían que creyéramos esto. El papel que los estados – nación como los del G8 juegan en ayudar a la expansión del capitalismo hace obvio el hecho de que el estado es parte del capitalismo y no puede ser parte de un alternativa a él.
Por tanto cualquier alternativa verdadera al capitalismo tiene que tratar de construir redes no-jerárquicas de aquellos que en todo el mundo son oprimidos y utilizados, que desean algo mejor que un mundo donde el valor monetario de la tierra, los animales y la gente son todo lo que importa y donde su valor real no importa en absoluto.
Y el objetivo ha de ser una forma de sociedad más allá del capitalismo, más allá del estado, más allá de un mundo de mercancías y de intercambio.
Esto significa estar contra las grandes instituciones transnacionales, pero también contra los estados nación. Contra las grandes corporaciones, seguro, pero también contra las pequeñas. No solo por un comercio, sino contra todo comercio que nos cosifica.
El nuevo movimiento anti-capitalista y las manifestaciones contra las cumbres han sido su forma obvia principal y han tenido un efecto masivo. La cara pública de la globalización –estas reuniones de los poderosos– ya no ocurren sin oposición. Han sido derrotadas.
Pero más importante, el hambre mundial y las diferencias obscenas entre ricos y pobres son ahora parte de la agenda de los medios de masas y por tanto de las conciencias de la gente que antes se creía todo lo que
le contaban.
En Seattle, la cumbre de WTO fue abandonada y se ha forzado a que las cumbres subsecuentes sean celebradas en localizaciones remotas en islas y montañas. El movimiento ha inspirado a gente de todo el mundo y ha demostrado a esa gente que tiene aliados desconocidos en otros países – otra gente que se siente igual que ellos. Ésta es otra razón para actuar contra el G8 – es una manera de construir inspiración y ayudar a construir las redes y los enlaces que pueden ayudarnos a ir más allá de manifestaciones contra cumbre. Tomar acción contra el G8 es el primer paso no solamente para librarse del G8, sino en última instancia para cambiar totalmente a la sociedad. Porque debemos recordar que es en última instancia la forma de sociedad lo que tiene que cambiar. Que es la sociedad capitalista la que creó el G8 y no al revés.