Esto es de Juan Bunzl, de simpol
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El mismo nombre «Live 8» utilizados para los conciertos de rock del 2 de julio indica una fijación en solo ocho políticos. Implica que solo ocho personas podrían cambiar el mundo y hacer de la pobreza historia.
¿Pero pueden? ¿Tiene el G-8 realmente tanto poder? Bono parece pensar que sí. Es tentador pensar que alguien debe tener bajo su control la economía global porque, después de todo, ¿no se supone que nuestros políticos están a cargo de ella? Pero ¿cuán espantoso sería si descubriéramos que nadie tiene realmente el control, que la economía global funciona realmente en una especie de piloto automático y que los gobiernos e instituciones como FMI, OMC y el Banco Mundial son simplemente marionetas en un juego donde no tienen ningún control significativo? ¿Cuán espantoso sería, en resumen, encontrar que políticos y ejecutivos de corporaciones están simplemente sentados en primera clase y que no hay, en realidad, ningún piloto en la cabina?
Puede ser verdad que los políticos y sus instituciones tienen cierto poder para reducir o cancelar la deuda externa y aumentar la ayuda a países pobres. Esto proporcionaría sin duda un cierto alivio a corto plazo. Pero si tenemos verdadera intención de hacer de la pobreza historia, hay que reconocer que la ayuda y la deuda son simplemente síntomas de una economía global que no está funcionando. Por lo tanto no es la actuación de los políticos lo que determinará si la pobreza se hace historia o no.
Las corporaciones multinacionales son los agentes principales de la economía global a su comportamiento se le hecha la culpa a menudo de muchas de nuestras enfermedades globales. Pero, ¿actúan puramente y libremente por su propia voluntad? ¿Tienen el poder de cambiar sustancialmente su perjudicial comportamiento? Debería estar claro que en un mercado global competitivo cualquier corporación o inversor que asume una mayor responsabilidad social o ambiental – y así un aumento en sus costes – solo podría perder beneficios frente a competidores menos responsables, con la consiguiente pérdida de trabajos y, en última instancia, la perspectiva de ser absorbido por la competencia. David Korten ha dicho, «Hay un montón de ejecutivos socialmente conscientes. El problema es un sistema depredador que hace difícil que sobrevivan. Esto crea un dilema terrible para los ejecutivos con una verdadera visión social del papel de la corporación en sociedad. Deben anular su visión o correr un gran riesgo de ser expulsados por el sistema.»[ii]
El capital y el empleo se trasladan inmediatamente a países donde los costes son más bajos. Si un gobierno impone unilateralmente regulaciones o mayores impuestos a las empresas esto solo invitaría a que el empleo y la inversión se marcharan a otra parte. La frase «mantener nuestra competitividad internacional» es una carrera-hasta-el-fondo inter-gubernamental, un círculo vicioso que obliga a cada nación a bajar el nivel de protección social y medioambiental para competir contra otros estados por el capital y los puestos de trabajo. Es por lo tanto la libre circulación del capital global lo que conduce a las diferencias cada vez más obscenas entre ricos y pobres y lo que explica porqué el medio ambiente se sacrifica continuamente en el altar del desarrollo económico competitivo. Cualquier gobierno o grupo restringido de naciones que ‘movieran’ primero perderían a favor de los demás. Los gobiernos también – incluso el G-8-, son en gran parte impotentes frente al círculo vicioso de los flujos globales de capital sobre los que no tienen ningún control significativo.
Ya no importa mucho a qué partido votemos para gobernarnos. Esta es la razón por la cual la política de partidos se ha convertido en poco más que un teatro electoral en el cual todos los partidos se convierten en ‘partidos de negocios’ y ninguno puede ofrecer soluciones sustanciosas a problemas globales. Mientras que podemos tener los mecanismos de una democracia, meramente hay una ilusión de opción política.
Incluso la OMC, el FMI y el Banco Mundial están meramente reaccionando a fuerzas que actúan más allá de su influencia cuando recomiendan que cada nación mejore su atractivo para los inversionistas globales implementando programas de ajuste estructural y de privatización. El hecho de aceptar la libre circulación global del capital y de las corporaciones, como un estado natural dado, obliga a estas instituciones a recetar aún más competición como curación a nuestras enfermedades globales, nada menos. El sacrificio de la sociedad y del ambiente se justifica limpia y lógicamente por la omnipresente necesidad de cada nación de «mejorar su competitividad internacional». No aceptar que la competición económica ha llegado a ser destructiva, la OMC, el BM y el FMI sólo sirven para exacerbar los problemas que piensan que están solucionando. No tienen el control. No hay piloto en la cabina.
NO HAY grupo restringido de políticos que pueden cambiar el mundo. Tal es la naturaleza del círculo vicioso de los flujos globales de capital que el sistema funciona totalmente por sí mismo. No hay necesidad de piloto. No hay piloto.
Ahora es necesario dejar de culpar a otros de nuestros problemas y de esperar que otros arreglen nuestro lío. Manteniendo la ilusión de que los políticos tienen el poder de cambiar el mundo, abdicando en ellos la responsabilidad, y animándonos a que pensemos que todo lo que necesitamos hacer es comprar una pulserita blanca e ir a un concierto de rock, Live 8 perpetúa nuestra evitación de la responsabilidad. Nos anima a que pensemos que alguien más –en este caso ocho políticos– pueden salvar el mundo por nosotros.
Hay muchas organizaciones y redes poco conocidas donde sus simpatizantes y/o miembros han dado el paso fundamental de librarse de esas ilusiones y quienes, tomando la responsabilidad debida, asumen que ellos mismos, cooperando globalmente con otros ciudadanos, deben actuar. Saben que nadie más puede o quiere hacerlo por nosotros. Cooperativas rurales y urbanas, centros sociales ocupados, la mayoría de ellos reportados en indymedia… e indymedia misma, como un experimento de cómo nos gustaría relacionarnos… Ciudadanos que están poniendo formas alternativas de democracia en práctica mientras luchan por la justicia social y la sostenibilidad medioambiental.
Juan Bunzl – Junio 2005. (traducción de ana)
Juan Bunzl es el fundador y un administrador de la International Simultaneous Policy Organisation (ISPO).
Adoptar la política simultánea es gratis! http://www.simpol.org/dossiers/dossier-UK/html-UK/how_do_i_adopt_sp-UK.html
Política Simultánea: Volver a descubrir Nuestra Humanidad Colectiva
Notas al pie de la página:
[i] Ver http://www.bbc.co.uk/pressoffice/pressreleases/stories/2005/06_june/10/ross.shtml
[ii] When Corporations Rule the World, David Korten, Kumarian Press & Berrett-Koehler Publishers, 1995.
[iii] Elisabet Sahtouris, adaptado de «Understanding Globalization as an Evolutionary Leap», presentado al Institute of Noetic Sciences http://www.noetic.org julio de 2001. Para más de Sahtouris vea: http://www.ratical.org/Lifeweb
[iv] Website global http://www.simpol.org. Website britanico http://www.simpol.org.uk