Cada noche en Bi’Lin he rezado para que no tengamos que salir – es decir, para que el ejército israelí no invada el pueblo por la noche para poder hacer los arrestos que no puede hacer durante las manifestaciones a causa de la presencia internacional.
Estuve en este pueblo al principio de mi viaje y parece que hiciera décadas.
Hoy M. viene y nos enseña unos vídeos estupendos que explican entre otras cosas la historia de las estafas palestinas, de como primero algunos judíos extranjeros empezaron comprando legalmente tierra y luego el gobierno israelí continuó robándola, conquistando… y el potencial estado palestino, ‘garantizado’ por las Naciones Unidas, quedándose cada vez más pequeño y fragmentado – y por lo tanto no viable -, hasta quedarse en lo que es ahora, unos cuantos territorios esparcidos y rodeados, sitiados, cada uno de ellos, por EL MURO.
Bi’lin está muy cerquita de Ramallah; de hecho la carretera que la une con la cuidad que es ya la capital de hecho de Palestina es de las muy poquitas que me he encontrado sin un solo control militar – no es una carretera larga, se tarda en recorrerla en taxi unos veinte minutos, dependiendo de la cantidad de viajeros que haya que dejar en casa.
Es por estar tan cerca de Ramallah por lo que esta pequeña ciudad se ve afectada por el muro que se está construyendo alrededor de Ramallah. De nuevo, Israel dice que es por razones de seguridad. De nuevo también, los hechos demuestran que es un ejercicio más o menos civilizado de robo de tierras.