Las oficinas en las que se ve quién puede o no recibir prestaciones sociales como el paro o ayudas con la renta etc, están privatizadas, en prácticamente todas las autoridades locales (ayuntamientos) de Londres. A nadie bien pensante le ha interesado esto, pues, al final, tiene que ver con la escoria de la sociedad – los parados, que viven a costa de los que pagan impuestos.
La forma en que funciona es, como con casi todas las privatizaciones ahora, es que el servicio en cuestión, con sus instalaciones etc., permanecen en propiedad del Ayuntamiento, o de la Corona, o quien sea, pero el servicio es atendido por la compañía privada, y la entidad pública paga a esa compañía por proveer ese servicio, más, en el caso de las prestaciones sociales, la cantidad que haya dedicado para ellas en los presupuestos.
Las consecuencias de esto son varias. La primera es una presencia excelente del departamento de comunicaciones, también conocido como “Relaciones Públicas”: montón de panfletos te dicen los derechos a los que tienes, y la verdad es que, sobre esos papeles couché a todo color, parece que estamos en un paraíso para pobres. Pero ahí se acaban las facilidades.
La segunda consecuencia es que, siendo los beneficios de la empresa privada lo más importante. Es lógico y comprensible que la compañía quiera hacer la mayor cantidad de beneficios posible, y que inculque esa filosofía a todos sus recursos humanos.
La gente (que se les llama clientes) que recibe estas prestaciones y l*s trabajador*s sociales que les ayudan con el papeleo están de acuerdo en que al personal se le enseña a poner las cosas lo más difíciles posible para cansar a la gente, mandándoles de una oficina a otra o a números de teléfono que nunca funcionan, perdiendo los papeles originales que siempre exigen… haciendo todo lo posible para que simplemente abandonen a no ser que estén verdaderamente desesperados, tengan la suficiente cultura para entender toda la documentación o tengan la suficiente ayuda externa para pasar por todo ese infierno que les han preparado. Por supuesto esto no se puede probar, se pone buen cuidado en esto también.
Conozco a alguien que tenia ‘derecho’ a cobrar el paro, que ya estaba cobrando en España, en cualquier país de la Unión Europea (que no hay que confundir con Europa). Se vino a Londres con su flamante E303, contento de poder buscar un trabajo aquí, mientras aprende inglés y recibe una pequeña ayuda financiera mientras hace estas dos cosas, que es para lo que el asunto se ha ideado.
Por alguna razón los papeleos que ha hecho necesitan viajar de Londres a Escocia y quizás a Irlanda. Durante estos viajes, se han cometido entre 14 y 16 errores burocráticos, lo que ha provocado que esta persona haya estado sin recibir el dinero al que tiene ‘derecho’ durante dos meses. Cómo se sobrevive sin ingresos? (En una Unión de países donde coger comida de la basura es un delito criminal)
Yo misma, tuve ‘derecho’ a cobrar paro y ayuda para pagar la renta (que aquí es separado) durante mucho tiempo, porque lo que ganaba trabajando de camarera en un bar era 80 libras a la semana cuando de renta pagaba 62. Pero este bar no nos daba nóminas, y sin ellas no me daban nada. Les pedí a los encargados y al dueño que me dieran algo que probara que trabajaba allí, pero no era la política de la empresa, y la oficina de las prestaciones solo podía decirme que siguiera pidiendo. Resultado: se me negó una vida digna durante meses hasta que encontré un trabajo con contrato. Durante ese tiempo estuve viviendo con 18 libras a la semana. Por supuesto alguna semana gastaba más, y no podía pagar la renta en el hostal para mujeres pobres donde vivía entonces. Empezaron trámites para expulsarme de la casa por deber renta, y cuando conseguí el trabajo en cuestión, todo el sueldo del primer mes fueron para pagar estos atrasos, y no me echaron. Por supuesto tenía ‘derecho’ a que me hubieran pagado la renta, pero solo aceptaban mi presencia con documentos originales y en horas de oficina, y como acababa de entrar a trabajar, no podía pedir un día libre para hacer esto, así que la compañía privada que estaba encargada del servicio de entrega de dinero a la gente que demuestra que tiene derecho a él se ganó más de 500 libras gracias a mí.
Podría contar tantas historias, si se me pidiera. Algunas me han pasado a mi, otras a otra gente. La conclusión en cada caso es la misma: robar al pobre. Es legal y además no se puede permitir el lujo de gritar.