Hoy es el ultimo día que nos quedamos aquí y A nos lleva en un ‘tour’ por
la zona. Nos lleva a sus campos de mandarinas, de pomelos y otras frutas,
y recogemos algunas, que luego nos da. En un momento dado nos enseña su
permiso, que está en hebreo solamente. Lo que me choca sabiendo que este
permiso va a ser para un palestino, y que en ciudades como Jerusalén todos
los carteles están en hebreo, árabe e inglés. Nos explica que en los
permisos se especifica todo: el nombre de la persona a la que se permite
pasar por la puerta, por qué puerta, los días que se les permite entrar en
sus tierras, si se les permite o no pasar la noche en sus tierras… A la
mayoría de los campesinos no se les permite pasar la noche en sus tierras.

Algunos de estos campesinos saben hebreo, si han trabajado antes en
Israel. Pero la mayoría no lo habla, siempre han hablado en árabe. Así que
el documento no pretende ser una comunicación entre el estado y el
campesino; es literalmente un medio de comunicación entre la autoridades
israelí y los soldados, y el palestino se tiene que fiar de lo que le
dicen que pone. Así que si un día el soldado le dice que según este
documento no puede pasar por ninguna puerta, el palestino no puede
siquiera discutírselo – aunque incluso si sabe hebreo y puede
discutírselo, nos dice A que cada soldado es un oficial, y que depende de
su humor lo que se permita o no.

Nos lleva, pues, hasta la Línea Verde, donde debería estar el muro si se
pretendiese que fuese legal. Tiene dos vallas con alambre de espino
separados unos metros por alambre de espino enrollado. Uno de las vallas
parece que está electrificada, o al menos con algún tipo de sensores
electrónicos.

También nos enseña los pozos y los aparatos de medición del agua que se
gasta. Los soldados lo miran cada semana, al menos, para comprobar si los
palestinos gastan más de lo que se les permite.

Luego nos lleva a donde estaban los árboles que arrancaron de raíz, los de
las fotos de la primera noche. Hoy día, hay retoños de nuevos árboles
saliendo de las raíces que aún quedan de los árboles arrancados.

J reflexiona de esta manera… Todos los asentamientos en la zona
palestina de la ‘Línea verde’ son ilegales de acuerdo con las Convenciones
de Ginebra, que prohíben a las fuerzas de una ocupación que transfieran a
su población civil a territorios ocupados. Y las Naciones Unidas han
clarificado que la Cisjordania y Gaza son territorios ocupados y por tanto
debería someterse a la legislación internacional sobre territorios
ocupados.

A la noche nos reunimos otra vez alrededor del fuego. Es frecuente que,
incluso desde donde estamos, se oigan las llamadas a la oración desde las
mezquitas del pueblo. En un momento dado, la llamada a la oración,
normalmente cantada, se convierte en un monólogo rápido. A nos pide
silencio y escucha con atención. Al final, nos dice que es un aviso de que
a partir de mañana se cambiará el horario de apertura de la puerta. Así
que el ejército ha decidido cambiar el horario sin previo aviso – bueno,
en realidad sin aviso ninguno. Son los propios vecinos los que se pasan el
mensaje unos a otros para que la gente no se quede atrapada en su tierra
porque la puerta se cerrará una hora antes, y al menos a alguien se le ha
ocurrido dar el aviso por la megafonía de la mezquita.

Y hay más información aquí (seguramente estará todo en inglés)

http://stopthewall.org/latestnews/8three2.shtml

A partir de ahora no tendré tanta conectividad. Mañana vamos J y yo a un
pueblo perdido en las montañas donde pasan cosas horribles… Hace años
los colonos de la colonia establecida justo junto al pueblo les echaron a
todos los habitantes del pueblo mediante coacciones, envenenamiento de su
pozo, sabotage de su generador eléctrico, apedreamientos y un asesinato.
Los vecinos sólo accedieron a volver con la condición de que hubiera
internacionales continuamente.